El deporte es un conjunto de actividades físicas que el ser humano realiza con intención lúdica o competitiva, bajo reglamentos establecidos que implican la superación de un elemento humano o físico. Los términos deporte y actividad física, frecuentemente, se confunden. En realidad, no significan exactamente lo mismo. La diferencia radica en el carácter competitivo del primero, en contra del mero hecho de la práctica del segundo.
En nuestro país, el porcentaje de los que "trabajan" como deportistas y de los que hacen ejercicios es muy bajo, la gran mayoría ve partidos en la TV o se compra una bicicleta fija que pasa a ser un elemento más en la decoración de la casa, que siempre está llena de polvo, con telas de araña y… fija.
Pero, no quiero referirme a la lista de deportes Olímpicos, sus reglas y premios, sino, reflexionar sobre algunas prácticas deportivas en las cuales, en un Campeonato Mundial, los chilenos, ganaríamos todas las medallas, copas y fruteras de cristal:
Chaqueterismo
Consiste en provocar el descenso de alguien, que en cualquier ámbito, se esté destacando por su capacidad, inteligencia, preparación, idoneidad, cultura, creatividad, etc.; virtudes que, entre sus compañeros mediocres, suscitan envidias, frustración, celos y, principalmente, ganas de estar en su lugar. Para lograr sus objetivos, recurren a estrategias perversas como: calumnias, rumores y trampas. Hay un dicho: “El clavo que sobresale, recibe el martillazo”, el problema es que muchos compatriotas quieren nivelar para abajo, mientras nadie se destaque, se supere y suba, tanto mejor.
Sacavueltismo
Practicado en la Oficina. El jugador, marca tarjeta a las 09:05 (aprovechando los minutos de tolerancia) se va al baño, se prepara un cafecito, se sienta en el escritorio, abre los correos, facebook, los diarios amarillos, alguna página porno, juega a las cartas, etc. Para despistar, va de nuevo al baño, se toma otro café, saca algunas fotocopias personales, baja a fumar un pucho, hace algunas llamadas importantes, a un amigo, la polola o un familiar: Hola, ¿Cómo estai? ¿Qué estai haciendo? Sale a almorzar, regresa al escritorio, abre los correos nuevamente, abre los power point con la última talla en boga, contesta las cadenas del Dalai Lama, se conecta a Skype, se sirve otro café, baja a fumar otro pucho, juega a la dama con un contrincante español y llega la hora de irse. Marca tarjeta a las 18:00, ni un segundo más. Hasta mañana. Que estís bien. Cuídate. Y así sucede todos los días.
Pelambrismo
Es un deporte que, desde siempre, se dijo que las campeonas eran las mujeres, pero lo cierto es que lo han practicado ambos géneros desde la Conquista. La motivación fundamental es la envidia y el objetivo es comentar, negativamente, sobre la vida privada de alguien. El equipo se reúne en cualquier momento, lugar o circunstancia. La palabra mágica para comenzar el partido es: ¿Supieron? Y todos paran las orejas para escuchar, atentamente, el relato que los dejará con la boca abierta. Del pelambre surgen adjetivos calificativos como: abusivo, care’raja, chupamedias, vago, macabeo, cafiche, poco profesional, arribista, ladrón y, el tema más recurrente: todos los epítetos oscuros, dudosos e impúdicos sobre la sexualidad de la víctima de turno.
Compadrazgo
Surge en la Iglesia católica, por el bautismo de una guagua. El sacramento une a los padres y padrinos en un vínculo familiar. Es parte de nuestro tejido cultural intangible. Pero, lo positivo del parentesco, se torna negativo, sobre todo en el controvertido mundo de la política, cuando es utilizado para facilitar trámites engorrosos, conseguir pega o pasar por alto multas, condenas o faltas de probidad. El compadrazgo sirve, sobre todo, cuando estamos en problemas con asuntos legales, económicos o escándalos públicos. Es pariente cercano del Amiguismo y el Nepotismo.
Quejumbrismo
Es el deporte más popular en nuestra larga y angosta faja de tierra. Nos quejamos de todo y, al hacerlo, siempre culpamos a alguien. A los que más atribuimos nuestras desgracias: al Gobierno de turno, al sistema y al calentamiento global. Las quejas más recurrentes: estoy cesante, tengo mucha pega, no tengo plata, estoy endeudado, subió la bencina, no tengo pareja, tengo pareja, el profe me tiene mala, el jefe me tiene mala, estoy estresado, no quiero más guerra, estoy chato, no soporto a mi ex, extraño a mi ex, me siento solo, quiero separarme; pucha que hace calor, por la cresta; pucha que hace frío, por la cresta…y muchas más.
En todos estos y en otros “deportes”, sería bueno, muy bueno para todos, que no estuviéramos nunca entre los top ten, que no ganáramos ninguna medalla, copa o frutera de cristal. Que fuéramos perdedores, que estuviéramos en enésima división y que nos ubicaran al final de la lista. Eso nos haría mejores personas, nos brindaría una armoniosa convivencia y seríamos, definitivamente, más felices.
Consiste en provocar el descenso de alguien, que en cualquier ámbito, se esté destacando por su capacidad, inteligencia, preparación, idoneidad, cultura, creatividad, etc.; virtudes que, entre sus compañeros mediocres, suscitan envidias, frustración, celos y, principalmente, ganas de estar en su lugar. Para lograr sus objetivos, recurren a estrategias perversas como: calumnias, rumores y trampas. Hay un dicho: “El clavo que sobresale, recibe el martillazo”, el problema es que muchos compatriotas quieren nivelar para abajo, mientras nadie se destaque, se supere y suba, tanto mejor.
Sacavueltismo
Practicado en la Oficina. El jugador, marca tarjeta a las 09:05 (aprovechando los minutos de tolerancia) se va al baño, se prepara un cafecito, se sienta en el escritorio, abre los correos, facebook, los diarios amarillos, alguna página porno, juega a las cartas, etc. Para despistar, va de nuevo al baño, se toma otro café, saca algunas fotocopias personales, baja a fumar un pucho, hace algunas llamadas importantes, a un amigo, la polola o un familiar: Hola, ¿Cómo estai? ¿Qué estai haciendo? Sale a almorzar, regresa al escritorio, abre los correos nuevamente, abre los power point con la última talla en boga, contesta las cadenas del Dalai Lama, se conecta a Skype, se sirve otro café, baja a fumar otro pucho, juega a la dama con un contrincante español y llega la hora de irse. Marca tarjeta a las 18:00, ni un segundo más. Hasta mañana. Que estís bien. Cuídate. Y así sucede todos los días.
Pelambrismo
Es un deporte que, desde siempre, se dijo que las campeonas eran las mujeres, pero lo cierto es que lo han practicado ambos géneros desde la Conquista. La motivación fundamental es la envidia y el objetivo es comentar, negativamente, sobre la vida privada de alguien. El equipo se reúne en cualquier momento, lugar o circunstancia. La palabra mágica para comenzar el partido es: ¿Supieron? Y todos paran las orejas para escuchar, atentamente, el relato que los dejará con la boca abierta. Del pelambre surgen adjetivos calificativos como: abusivo, care’raja, chupamedias, vago, macabeo, cafiche, poco profesional, arribista, ladrón y, el tema más recurrente: todos los epítetos oscuros, dudosos e impúdicos sobre la sexualidad de la víctima de turno.
Compadrazgo
Surge en la Iglesia católica, por el bautismo de una guagua. El sacramento une a los padres y padrinos en un vínculo familiar. Es parte de nuestro tejido cultural intangible. Pero, lo positivo del parentesco, se torna negativo, sobre todo en el controvertido mundo de la política, cuando es utilizado para facilitar trámites engorrosos, conseguir pega o pasar por alto multas, condenas o faltas de probidad. El compadrazgo sirve, sobre todo, cuando estamos en problemas con asuntos legales, económicos o escándalos públicos. Es pariente cercano del Amiguismo y el Nepotismo.
Quejumbrismo
Es el deporte más popular en nuestra larga y angosta faja de tierra. Nos quejamos de todo y, al hacerlo, siempre culpamos a alguien. A los que más atribuimos nuestras desgracias: al Gobierno de turno, al sistema y al calentamiento global. Las quejas más recurrentes: estoy cesante, tengo mucha pega, no tengo plata, estoy endeudado, subió la bencina, no tengo pareja, tengo pareja, el profe me tiene mala, el jefe me tiene mala, estoy estresado, no quiero más guerra, estoy chato, no soporto a mi ex, extraño a mi ex, me siento solo, quiero separarme; pucha que hace calor, por la cresta; pucha que hace frío, por la cresta…y muchas más.
En todos estos y en otros “deportes”, sería bueno, muy bueno para todos, que no estuviéramos nunca entre los top ten, que no ganáramos ninguna medalla, copa o frutera de cristal. Que fuéramos perdedores, que estuviéramos en enésima división y que nos ubicaran al final de la lista. Eso nos haría mejores personas, nos brindaría una armoniosa convivencia y seríamos, definitivamente, más felices.
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