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Rey de Socos

miércoles, 27 de octubre de 2010

REUNIONES DE OFICINA


Bien, déjenme hacerles esta pregunta de otra manera: 
¿Alguien aquí sabe realmente cómo vender algo?

En cualquier Empresa, no se puede prescindir de un directorio y de una programada cantidad de insufribles reuniones de trabajo, en donde: se diseñan proyectos, plantean objetivos, definen estrategias y evalúan resultados. 
Siempre existe la sala “ad hoc” y se dispone de una mesa más o menos grande, una pizarra magnética, algún papelógrafo, y si es más pituca, un data-show para mostrar cuadros estadísticos y las fotos del Jefe con su familia en Orlando, el cumpleaños de la hija malcriada y del bebé obeso mórbido con la boca manchada con chocolate. (Lindas fotos, Jefe).
El ambiente se complementa con vasos desechables, jarros de agua, mini tacitas de café y algunas galletitas de mierda con sabor a plástico reciclado.
Hay reuniones diarias, semanales, quincenales, mensuales, semestrales y las de emergencia, esas en las que el tema principal es el eterno, controvertido y delicado tema del correcto uso del papel higiénico, por ambos lados, en los baños, - por favor, porque desaparece un rollo al día por inodoro y debería durar toda la semana: ¿Queda claro?
Las de los lunes a primera hora son, categóricamente, un desastre: todos llegan con la almohada marcada en la mejilla, el pelo mojado y lo primero que agarran es una taza de café; algunos vienen con la caña mala, otros agotados por un fin de semana ajetreado, los que sufren de violencia intra-familiar vienen con un ojo en tinta y, la mayoría, bostezando, preguntan: -¿Había reunión?
Nunca me he explicado por qué a una reunión se debe asistir con cara de efigie egipcia. No se concibe que uno ingrese a la sala con una sonrisa de ochenta dientes, lleno de entusiasmo y con los ojos brillando, como cuando ganamos un partido en un mundial de fútbol. No. En un ambiente de trabajo, el optimista es observado con suspicacia, sin embargo, el cara de culo, déspota y mudo, aunque sea un incompetente, es siempre bien conceptuado. Está definido que lo “serio” es lo correcto y que la sonrisa fácil es sinónimo de poco profesional, ineficiencia y minusvalidez mental.
Personajes típicos: 
- el sabiondo que no para de hablar y no permite que se le interrumpa, 
- el que no habla nada (sólo toma café y se atora comiéndose todo el plato de galletas que tiene al frente), 
- el que anota todo lo que escucha, 
- el despistado que nunca sabe nada (porque estaba con licencia), 
- el que no entrega el informe porque lo están imprimiendo, 
- el que cabecea o, literalmente, se duerme, 
- el que tiene una notebook y nunca se sabe qué cresta escribe, 
- el que está siempre de acuerdo y arriesga una tortícolis asintiendo a todos las intervenciones, 
- el que justifica su ineficiencia con: “A mí no me llegó el memo”, 
- el sindicalista que está siempre en desacuerdo con todo y cuestiona el más mínimo detalle, 
- el que critica y culpa a los otros departamentos de la burocracia y del “cuello de botella” que tenemos. (hay muchos más, ustedes completen la lista)
La queja generalizada y conclusión de todas las reuniones es: “Nos falta comunicación inter-departamental”.
Si le suena el celular al Jefe y abandona la sala, todos aprovechamos de desenvainar el propio, hacemos nuestras llamadas y escuchamos a nuestros compañeros terminar su conversación con lo de siempre: “Si, mi amor; si, mi vida; si, mi cielo”.
El peor cáncer que se pueda diagnosticar en una Organización es la Reunionitis (Un integrante de mi Club de Toby, Médico Cirujano, me explicó que el sufijo “itis”, significa inflamación), el síndrome crónico que se manifiesta con pánico a las reuniones y sensación permanente de pérdida de tiempo, estrés (tormento no reconocido por las Isapres) y frustración de pasar horas y horas en reuniones inútiles, carentes de objetivos precisos, que finalizan sin resultados concretos y que luego, ante los inconvenientes, los directivos deciden a su pinta, utilizando la técnica que mejor manejan: improvisación.
Para evitar que la Empresa esté plagada de empleados con cualquier padecimiento cuyo nombre termine en “itis”, es necesario organizar las reuniones previamente: tener claro los objetivos, invitar a los participantes correctos, enviar la información relevante por adelantado, establecer una agenda clara y remitir, posteriormente, las actas y los pasos a seguir con sus correspondientes responsables. Así nuestras reuniones no serán, como todos pelan después, una pérdida de tiempo... ¡Ah!, y que no se alarguen más de una hora. ¡Please, Boss!

Para las Secretarias: La excusa de que alguien “está en una reunión” ya está gastada, y todo el mundo sabe que eso es mentira. Inventen algo más creativo, como: se encuentra en la Alameda, participando, con el Green Peace, en una manifestación pacífica de protesta por la pesca indiscriminada del jurel tipo salmón, con el fin de evitar su extinción. ¡Salvemos el jurel!, ¡salvemos el jurel!