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Rey de Socos

lunes, 6 de julio de 2009

ALBUM FOTOGRAFICO


"Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos"
Ernesto Sábato

La fotografía congela algo tan efímero como el tiempo y, ya lo sabemos, una imagen vale más que mil palabras. Nos ayuda a perpetuar los momentos más significativos de nuestra vida, inmortalizar un instante de gran orgullo, gozo espiritual o infinita alegría: nacimientos, bautizos, primeros pasos, cumpleaños, primera comunión, graduación, matrimonios, paseos, viajes, asados, desfiles, etc., por lo tanto, con los años, nos vamos llenando de tantas, que terminan en una caja de zapatos en el fondo de un clóset o en varios álbumes, de esos con tapa dura, con letras doradas, con un coqueto cordón, encuadernados en papel emir de color marrón, con cada página separada con un papel de seda, en donde las imágenes, con bordes rústicos, se fijaban con unas prácticas y decorativas “esquinas” con pegamento, uno les pasaba la lengua y listo, quedaban tan adheridas como una estampilla de colección.
Esa caja y los álbumes salen de sus escondites cuando nos visitan algunos primos que preguntan por las fotos del paseo a la playa del año ñauca. 

Y allí comienzan las exclamaciones, gritos, risotadas y discusiones sobre quién es el negro flacuchento que aparece con el perro, frente a qué puerta, de qué casa y el año en que fue tomada.
Hay muchas fotos “cliché”: un crío pilucho, un niño en su primer día de escuela y luego sentado en un banco, otro soplando velitas sobre una descomunal torta, una pareja con rostros serios el día de su matrimonio, una niña flaca y pálida vestida de mini novia en su primera comunión, un grupo de niños con los característicos cucuruchos de cumpleaños en la cabeza, otro niño con expresión de santo penitente, vestido con traje elegante de pantalones cortos, mirando hacia el cielo; las amigas disfrazadas de japonesas en la fiesta de la primavera o el grupo que actuó en una velada; los graduados de secundaria con uniforme, luciendo un diploma, un equipo de fútbol de barrio y una pareja de tortolitos bailando serios, apretaditos, un bolero.
Nos divierte observar el “look” de épocas pasadas: zapatos brillantes, ropa setentera, los hombres con patillas de simio, con anteojos que casi les tapaban el rostro, las mujeres peinadas al estilo Marge Simpson. Los accesorios como: aros, collares, pulseras, carteras, nos dan a entender que los tiempos pasaron, que esas cosas ya no se usan. Fue otro tiempo. Otra moda. Ya no somos los de antes.
Rememoramos las vacaciones en el río o la playa, cuando el traje de baño de las mujeres era de una pieza y mostraban únicamente las piernas. 

Algunos especímenes masculinos en paños menores son la irrefutable demostración de la teoría de Darwin: el hombre desciende, definitivamente, del mono. 
Vemos infantes jugando con el balde y las palitas plásticas haciendo cualquier cosa con la arena. Las mujeres de la familia cuando eran lolas, todas parecían sirenas, porque en la actualidad, es mejor no hacer ningún comentario malicioso, para no herir susceptibilidades. También estamos nosotros, cuando éramos lolos, todos con una envidiable guata como una puerta, las canillas flacas y un traje de baño calzonudo.
Al parecer, hace algunas décadas no se acostumbraba a sonreír ante la cámara, porque nadie muestra los dientes. 

Rostros circunspectos, impávidos, como con temor a hacer algo indebido. 
Da la impresión que todos pensaban que cuando viniera el flash, que te deja encandilado, la cámara les iba a extraer el alma y llevársela al mismísimo Satanás, por lo tanto, se justifican los ojos desorbitados, el cuerpo tieso y la boca de alcancía.
Hay tomas de viajes que todo el mundo se ha hecho, en los mismos paisajes: el Salto del Laja, el reloj de flores de Viña, frente a la Moneda bombardeada, con el volcán Villarrica, en un bus, en un avión, en un restaurante, en la Esmeralda y en el santuario de la Teresita de Los Andes. 

Hay fotos divertidas, fomes, inexplicables, las moralmente cuestionables y las que no vale la pena comentar.
Observar cada una de esas instantáneas es recordar, traer al hoy los hechos del ayer, mantener vivas a las personas que allí aparecen. 

La fotografía esta ligada a la memoria, al no desvanecer, a no perder los momentos álgidos de nuestra vida. 
Cuando vemos fotos de nuestros seres queridos, tenemos garantizado un momento más de existencia. La memoria mantiene vivo todo, lo eterniza. 
Las personas no mueren mientras las recordamos. 
Las fotografías son el único testimonio imperecedero de lo que un día fue y hoy ya no lo es.