Sus
propietarios son el matrimonio Rojas González e hijos.
Ante
el fallecimiento del marido, en Santiago, la viuda, doña Aurelia, adquiere, en la capital,
un lote de muebles y ornamentos antiguos. Regresa a Ovalle con la idea de
construir un Castillo para decorarlo con ellos.
Una
de las hijas, Mercedes Rojas González, de 24 años, conoce al Arquitecto
Guillermo Rencoret Bezanilla, dueño de la Empresa Constructora, que lleva su
nombre, encargada de la construcción de la Estación de FFCC de Ovalle. A este
profesional pertenece el diseño y construcción de la edificación. Guillermo,
finalmente, pasa a formar parte de la familia, al contraer matrimonio con
Mercedes.
Construido,
principalmente, de piedra, cemento y fierro. Consta de tres plantas y un sótano.
Luego
de un año inaugurado, uno de los hijos de esta familia se suicida, ahorcándose
en el segundo piso, por motivos que nunca se revelan. La familia, devastada,
emigra a Santiago.
El
inmueble permanece abandonado por dos décadas. Nadie quiso arrendarlo o
comprarlo.
El
empresario Max Valenzuela decide adquirirlo, con la idea de instalar allí un
Restaurante y Centro de eventos, para lo cual, se asocia con el empresario
Sergio Ardiles. Deciden realizar algunas modificaciones, con el fin de
implementar un comedor y pista de baile. El negocio, si bien estuvo abierto
durante un tiempo, no da resultado y deciden cerrar. Nuevamente el inmueble
queda vacío.
Finalmente
el Castillo es adquirido por el empresario Samuel Bozo Lorca, quien lo ha
destinado como estacionamiento y control de taxis colectivos urbanos de la
línea 72.
Este
predio, en tiempos idos, era el Fundo “Tuquí bajo”, de diez mil m2, con
árboles, pastizales y ganado mayor y menor.
La leyenda urbana cuenta que en el lugar se realizaron excavaciones
en busca de un supuesto tesoro de cofres llenos de joyas, oro y plata. También
corren rumores que ahí penaban. Según relatos, veían deslizarse sombras, escuchaban
lamentos lastimeros, el arrastre de cadenas, y, después de medianoche, luces
que se desplazaban por las bases del edificio. También se dice que, en una
oportunidad, ladrones intentan, de noche, ingresar al lugar, pero huyen
despavoridos al ver sombras que se deslizan, y escuchar ruidos extraños y
quejidos.