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Rey de Socos

miércoles, 19 de agosto de 2009

ESTRESADOS


Está de moda. En nuestro entorno deambula un tropel de víctimas del flagelo. Esta sí es una pandemia que ha contagiado a millones. Donde uno vaya, no se habla de otra cosa. 
Todos lo padecemos y nos consolamos recíprocamente, convirtiéndonos en una especie de cofradía. En el ambiente de cualquier oficina se respira a cansancio, tedio y pusilanimidad. Las conversaciones giran en torno a las pesadumbres: depresión, ansiedad, angustias, alergias, insomnio, inapetencia, caspa, seborrea y mal de ojo…algunos siúticos mencionan el “jet lag”. 
Y le echamos la culpa al sistema, porque el culpable de todos nuestros males, siempre es el maldito sistema. 
Los pocos que tienen plata van al psicoterapeuta, pagando una fortuna por sesiones en las que, desparramados en un sillón, con una caja de pañuelos desechables al alcance, sollozan quejándose de las mismas sandeces con las que le han llenado la cabeza a sus amigos, para que el profesional, luego de cuarenta y cinco minutos cronometrados, cruce las piernas con petulancia, se saque, con gesto estudiado, los anteojos, y con una mirada escrutadora, propia de tipos convencidos de ser los únicos “normales” del mundo, les diga, con displicencia: 
- “estamos mal ¿eh?, estamos re mal…”. 
- Bueno, nos vemos el jueves. - Que estés bien (Un buen dato para lolos indecisos en elegir carrera: ingresen a Psicología, es la profesión del futuro…y bastante rentable).
Los que no tienen plata para un Psicólogo, se auto-medican y toman pastillas para todo: para dormir y para no dormir, para cagar y para trancarse, para tener apetito y para calmar la ansiedad, y nadie se mejora, todos continúan sufriendo horrores y fármaco dependientes. Siguen fumando una barbaridad, toman café todo el día y andan tiritones. No se les puede presionar para que produzcan ni exigirles eficiencia ni muchos menos llamarles la atención (por el tema de la hipersensibilidad), porque podríamos provocar una avalancha de dramas, entonces, las oficinas están plagadas de llorones patológicos intocables.
Los lamentos son pendulares: quejarse de tener trabajo y de estar cesante, de tener pareja y de estar solo, de tener hijos y de no tenerlos; de haber sido infieles y de estar arrepentidos, y por último, lo generalizado, estar estresados porque tienen las tarjetas de crédito reventadas y no cuentan ni con una miserable luca para jugar al Kino. Atroz, oye, atroz.
El tema es quejarse de todo. El neologismo para graficar este malestar y todas las calamidades habidas y por haber, es: ESTOY CHATO. Todos están chatos de todo. Y muchos estamos chatos de que todos estén chatos.
¿Qué nos sucedió? Hoy, todo el mundo busca el facilismo. Ya no existe la intrepidez. Nadie quiere sudar gotas gordas por nada. Las mujeres ya no tejen, no bordan ni jardinean. Los hombres no arreglan la plancha, no cambian el sopapo del baño ni afilan las cuchillas. Los niños no fabrican volantines, no juegan con rompecabezas ni a las bolitas. Todo gira en torno a la ley del mínimo esfuerzo. Hoy sólo tenemos a las mujeres preocupadísimas por saber en qué cresta va a terminar la telenovela "¿Dónde está la cabra?", los hombres trasnochando por ver las estupideces que hacen un montón de vagos, por plata y fama, en “Pelotonto” y los niños sólo quieren permanecer idiotizados frente a una pantalla con los alienantes juegos electrónicos y con un celular como parte de su anatomía. 

Esto es una infección social, un virus que ataca a moros y cristianos, como antiguamente sucedía con el tifus, el cólera o la fiebre amarilla. Todo el mundo se contagia. La respuesta que dan los estresados a esta calamidad colectiva es la gastada, resignada y lenitiva frase: ES LO QUE HAY.
Hace tres décadas no había personas estresadas en ninguna parte. Teníamos resiliencia frente a cualquier dificultad. Los problemas se encaraban con “ñeque”, predisposición a “darle vuelta el puño” a los inconvenientes y “a lo hecho, pecho”. Nadie se hacía dramas por nimiedades y se daba por entendido que “la vida no es fácil”. Estábamos psicológicamente predispuestos a tener una existencia cuesta arriba. Sabíamos que nada nos resultaría sencillo y que nos daría una inmensa complacencia lograr nuestros objetivos con: planificación, estudio, trabajo y sacrificio. Estábamos programados para superar dificultades.


Les tengo que confesar algo: no puedo seguir escribiendo….me estresé.

miércoles, 12 de agosto de 2009

FRASES TÍPICAS DE POLÍTICOS



  • Caminaremos sobre los surcos que nos han dejado nuestros próceres.
  • Con la plata del pueblo no se juega.
  • Crearemos programas de participación de todos los ciudadanos en las decisiones del gobierno.
  • Debemos proteger el estado de derecho.
  • Dejaremos de ser un país en vías de desarrollo para entrar a la era de las nuevas tecnologías que nos brindarán un crecimiento expansivo.
  • Destinaremos recursos sin precedentes a la construcción de Hospitales, Escuelas y viviendas dignas.
  • El diálogo es la principal herramienta para solucionar los problemas que afectan a los empresarios y trabajadores.
  • Es el momento de modernizar las Instituciones del Estado, ya basta de burocracia y demagogia.
  • Es injusto que pocos tengan mucho y muchos tengan poco.
  • Es urgente crear empleos con sueldos dignos.
  • Estaremos siempre junto al pueblo.
  • Hemos establecido una comisión investigadora para analizar la materia.
  • Iniciaremos una etapa de transparencia y prosperidad.
  • La corrupción se limpia con mejores controles y justicia efectiva.
  • La honradez y el trabajo mancomunado nos llevarán a lograr nuestros objetivos.
  • La riqueza debe ser distribuida entre los que la producen.
  • La salud, la educación y la vivienda deben ser una prioridad.
  • La tierra es para el que la trabaja.
  • Le daremos un golpe definitivo a la delincuencia.
  • Los jóvenes tendrán acceso a la educación superior mediante recursos del estado. Universidad para todos.
  • Los jubilados deber recibir una pensión digna por el servicio que han prestado a la patria.
  • Los recursos económicos serán distribuidos con equidad.
  • Los trabajadores son el primer y más preciado potencial del país.
  • Lucharemos juntos por consolidar la democracia y engrandecer la patria.
  • Lucharemos por un país en paz, seguridad y prosperidad.
  • No los voy a defraudar.
  • Nuestra administración se caracterizará por la eficiencia, la honestidad y el amor a la patria.
  • Por una patria justa y buena para todos.
  • Que nunca más en nuestro país un ciudadano se sienta discriminado.
  • Reduciremos la deuda externa en su grado máximo.
  • Se debe gobernar con honestidad, competencia y empeño.
  • Seré el (Presidente, Senador, Diputado, Alcalde…) de todos.
  • Seremos un país de propietarios no de proletarios.
  • Siempre he tenido vocación para el servicio público.
  • Una comisión está estudiando ampliar, considerablemente, la cobertura de las exportaciones.
  • Una comisión está haciendo lo imposible para detener la inflación.
  • Una comisión está realizando estudios estratégicos pertinentes a eliminar definitivamente la cesantía.
  • Una comisión estudia las alternativas sobre cómo organizar y administrar mejor los recursos públicos. 
  • Una comisión investigará los casos de corrupción hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga.
  • Una huelga nos perjudica a todos.
  • Uno de nuestros objetivos fundamentales es erradicar, definitivamente, la pobreza. Los pobres no pueden esperar.

sábado, 1 de agosto de 2009

ASESINOS DEL IDIOMA

Hace ya más de una década que sufro, enormemente, cuando leo una infinidad de e-mails con monstruosas faltas de ortografía, contenidos en libros de visita con esperpentos lingüísticos, mensajes de texto abreviados y el chateo de minusválidos culturales que escriben todo con ka. Estamos ante una legión de cabezas de termo y me parece oportuno reflexionar al respecto.
En Ovalle, en la escuela pública, con número y gratuita, donde me educaron, me hacían repetir a coro los verbos, quedando grabados en mi cerebro, como en una lápida de mármol: el infinitivo, gerundio y participio de todas las formas verbales. Teníamos “dictado” todos los días y nunca he dudado al escribir correctamente: hipotenusa, escasez y holocausto. No tengo dramas en ubicar el sujeto, el verbo y el predicado en una frase y distingo perfectamente una palabra aguda de una grave o esdrújula y jamás se me ocurriría decir o escribir: resolvido, imprimido o rompido, para expresar el participio de resolver, imprimir y romper, como se los he escuchado a infinidad de personas. (Recado para lolos chacales del mensaje de texto: Lo correcto es: resuelto, impreso y roto).
En esa humilde Escuela de calle Benavente, me enseñaron a leer, no sólo con el silabario, sino que me inculcaron el gusto por la lectura de fábulas, cuentos, ensayos, novelas, artículos de revistas y nos motivaron siempre a escribir las famosas “Composiciones”. También recibí apoyo en mi hogar, porque tuve padres adictos a la lectura y en mi casa siempre hubo periódicos, revistas y novelas.
Las estadísticas muestran que los jóvenes de hoy no utilizan más allá de quinientas palabras para expresarse y quedan “marcando ocupado” cuando uno les menciona términos “raros” como: frugal, prosaico o perogrullo. Hemos constatado que a más de un cincuenta por ciento (y, creo, me quedo corto con el porcentaje) de los egresados de la enseñanza media del año recién pasado, les fue pésimo en la PSU en los contenidos de lenguaje y eso es una demostración indiscutible, que estos cabros no ojean un escrito ni cuando van al baño. Para qué decir si han leído un libro completo, porque no lo hacen ni bajo demanda judicial ni amenazas de tortura física y psicológica ni tormentos en las brasas del infierno. Sencillamente, los adolescentes, no leen, no están “ni ahí” con la lectura. Es lamentable verificar que nuestros jóvenes no saben expresarse, su léxico carece de correctas voces habladas y escritas, llenando todas sus conversaciones con el “o sea, o sea, o sea…”. Y tal como hablan, escriben. Es fatídico, triste y preocupante.
¿Qué hacemos? Para solucionar esta lamentable situación no existe otro remedio que la lectura. Así de simple. Crear en los niños de hoy el hábito de leer, porque con los adolescentes y jóvenes, ya no hay caso. Los medios de comunicación tampoco aportan mucho al respecto, porque la prensa escrita y, peor aún, la radial y la televisiva, son, en muchas ocasiones, el ejemplo más negativo del correcto uso del español. Esta sí, mis congéneres diaguitas, es una innegable pandemia: los asesinos del idioma.
La Lectura tiene la magia de ejercitar la imaginación. Brinda elementos importantísimos para una fluida, coherente y animada conversación. Si uno lee con el diccionario al lado, aprende el significado de las palabras, sus diferentes acepciones, además de conocer sinónimos y antónimos. Con la asidua lectura se ejercita el comprender un texto y extraer sus acápites más importantes. Cuando alguien tiene el hábito de la lectura, aumenta increíblemente su aprendizaje durante su vida y se apropia, gratuitamente, de un potencial bastante amplio en su desarrollo mental. El que lee, siempre es más.
A los adultos nos corresponde un deber fundamental en la casa, porque si los muchachos ven que nosotros no nos interesamos por la lectura, menos lo harán ellos. En este caso, y en muchas otras conductas, las motivaciones y el ejemplo recibidos en el hogar son básicos para adquirir hábitos. ¿Consejo?: regalemos libros. Así evitaremos la anorexia cerebral de las futuras generaciones.

Les recomiendo el último ensayo del sociólogo Fernando Villegas: “Ruego a Ud. tenga la bondad de irse a la cresta”. Gráfico, mordaz e instructivo. Muy bueno. Para leerlo de un tirón.