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Rey de Socos

martes, 28 de diciembre de 2010

AMBULANCIAS


Son esas que rompen los tímpanos cuando pasan por el centro. El servicio te lo ofrecen hasta en el Supermercado. Es lo mejor que puedes hacer por tu familia. Sólo debes pagar una “cómoda” cuota mensual, rateramente conveniente, y listo: estás embarcado en una cuenta más, de las tantas que pagamos. - Muy buena decisión, Señor.- Firme aquí.
Una madrugada, en tu casa se genera una emergencia y requieres asistencia. Obviamente, haces la llamada con el sistema nervioso alterado, la respiración entrecortada y la voz temblorosa:

- Bienvenido al servicio de Ambulancias Cleptómanas SA, si desea cancelar su cuota, marque 1, si desea repactar, marque 2, si desea acceder a nuestro plan plus-desfalco, marque 3, si desea que le subamos la cuota, marque 4, si desea proponernos un negocio en el que nosotros seamos los ganadores, marque 5; por último, si tiene una emergencia médica, lo sentimos, pero nuestras operadoras están ocupadas, vuelva a llamar en unos minutos… Recuerde,…, usted no se nos escapa,… Ambulancias cleptómanas siempre está a su lado para sacarle plata…para eso estamos… para recordarle cuando no ha pagado la cuota, por supuesto… (ya van tres minutos)… Bienvenido al servicio de….
- Buenos días, habla Andrea… ¿En qué puedo ayudarlo?
- Mire, necesito urgente una Ambulancia porque el abuelo se desmayó en el baño.
- Déme su nombre, Rut, número de teléfono fijo, celular, número de afiliado, domicilio, si es propietario o arrendatario, religión, orientación sexual, si es partidario del aborto terapéutico y si es del Colo o de la U…
- No tengo todos esos datos a mano…
- Lo siento, si no me da esas referencias, no puedo operar…
- Espere, por favor, no corte…los voy a buscar…(pasan cinco críticos minutos, que al abuelo le pueden significar dejar este mundo)
- ¿Cómo está el paciente?
- Obvio que está mal. Está en el piso. Por eso es que estoy llamando, Andrea, fijesé….
- ¿Respira?
- No lo sé, estoy lejos del baño.
- Vaya y cerciórese, tómele el pulso, ábrale los ojos y vea el color que tiene…
- El pobre está boqueando, no sé tomar el pulso, tiene los ojos cerrados y está rojo…
- ¿El paciente es alérgico, diabético, hipertenso, ronca, fuma, bebe, baila apretado, se expresa con malas palabras, es ansioso, bulímico, anoréxico, políticamente es de derecha, izquierda o centro-centro, está de acuerdo con el matrimonio gay, le gusta el lomito palta? ¿Es vegetariano, caníbal o celiaco?
- No lo sé... ¿Por qué no me manda la Ambulancia, por favor?
- Vaya y practíquele reanimación cardiaca convencional: respiración boca a boca y luego le da tres golpes en el pecho…
- Oiga, Andrea, yo no sé nada de estas cosas, estoy llamando porque necesito el servicio.
- Espere un momento, verificaremos si es necesario enviar la unidad…


Y uno comienza a sudar con el teléfono en la mano, el abuelo sigue en el piso…la Andrea puso una musiquita de mierda y nadie te pesca…Entonces, llamamos a un vecino y juntos sacamos al abuelo del baño, lo subimos al auto, y nos vamos al Centro Asistencial, donde lo atienden enseguida y se recupera del pre-infarto. ¿De la Ambulancia? Mejor ni preguntar, para no estresarnos más aún.
Al otro día, decidimos acercarnos al vidriado edificio sede, para, definitivamente, anular la afiliación. ¡Qué ingenuos!, no sabíamos que el servicio era para no usarlo nunca y cuando firmamos, no leímos la letra chica y el contrato era por un año y no se puede hacer nada, a menos que un abogado lleve la causa, que nos saldría más caro que sueldo de DT de Fútbol. ¿Resultado? Nada que hacer, seguir pagando mensualmente, y si no lo hacemos, seremos demandados. ¿Qué hacemos? ¿Quién nos defiende? ¿A quién acudimos? Se nos ocurre llamar a Robin Hood, al Chapulín Colorado y al Calcetín con rombos man, pero están grabando sus respectivas series. Y… como en la setentera obra de teatro “Hojas de Parra”: Mister Nadie nos ayuda. Porque Nadie soluciona los problemas del pueblo. Nadie nos protege. Nadie envía a la cárcel a los estafadores con corbata. Por eso, en las próximas elecciones, votaremos por Nadie. Con Nadie viene el cambio. Vote por Nadie. ¡Viva Nadie!: ¡Viva!... ¡Nadie… Nadie… Nadie!

jueves, 23 de diciembre de 2010

DEPORTES


El deporte es un conjunto de actividades físicas que el ser humano realiza con intención lúdica o competitiva, bajo reglamentos establecidos que implican la superación de un elemento humano o físico. Los términos deporte y actividad física, frecuentemente, se confunden. En realidad, no significan exactamente lo mismo. La diferencia radica en el carácter competitivo del primero, en contra del mero hecho de la práctica del segundo.
En nuestro país, el porcentaje de los que "trabajan" como deportistas y de los que hacen ejercicios es muy bajo, la gran mayoría ve partidos en la TV o se compra una bicicleta fija que pasa a ser un elemento más en la decoración de la casa, que siempre está llena de polvo, con telas de araña y… fija.
Pero, no quiero referirme a la lista de deportes Olímpicos, sus reglas y premios, sino, reflexionar sobre algunas prácticas deportivas en las cuales, en un Campeonato Mundial, los chilenos, ganaríamos todas las medallas, copas y fruteras de cristal:


Chaqueterismo

Consiste en provocar el descenso de alguien, que en cualquier ámbito, se esté destacando por su capacidad, inteligencia, preparación, idoneidad, cultura, creatividad, etc.; virtudes que, entre sus compañeros mediocres, suscitan envidias, frustración, celos y, principalmente, ganas de estar en su lugar. Para lograr sus objetivos, recurren a estrategias perversas como: calumnias, rumores y trampas. Hay un dicho: “El clavo que sobresale, recibe el martillazo”, el problema es que muchos compatriotas quieren nivelar para abajo, mientras nadie se destaque, se supere y suba, tanto mejor.


Sacavueltismo

Practicado en la Oficina. El jugador, marca tarjeta a las 09:05 (aprovechando los minutos de tolerancia) se va al baño, se prepara un cafecito, se sienta en el escritorio, abre los correos, facebook, los diarios amarillos, alguna página porno, juega a las cartas, etc. Para despistar, va de nuevo al baño, se toma otro café, saca algunas fotocopias personales, baja a fumar un pucho, hace algunas llamadas importantes, a un amigo, la polola o un familiar: Hola, ¿Cómo estai? ¿Qué estai haciendo? Sale a almorzar, regresa al escritorio, abre los correos nuevamente, abre los power point con la última talla en boga, contesta las cadenas del Dalai Lama, se conecta a Skype, se sirve otro café, baja a fumar otro pucho, juega a la dama con un contrincante español y llega la hora de irse. Marca tarjeta a las 18:00, ni un segundo más. Hasta mañana. Que estís bien. Cuídate. Y así sucede todos los días.


Pelambrismo

Es un deporte que, desde siempre, se dijo que las campeonas eran las mujeres, pero lo cierto es que lo han practicado ambos géneros desde la Conquista. La motivación fundamental es la envidia y el objetivo es comentar, negativamente, sobre la vida privada de alguien. El equipo se reúne en cualquier momento, lugar o circunstancia. La palabra mágica para comenzar el partido es: ¿Supieron? Y todos paran las orejas para escuchar, atentamente, el relato que los dejará con la boca abierta. Del pelambre surgen adjetivos calificativos como: abusivo, care’raja, chupamedias, vago, macabeo, cafiche, poco profesional, arribista, ladrón y, el tema más recurrente: todos los epítetos oscuros, dudosos e impúdicos sobre la sexualidad de la víctima de turno.


Compadrazgo

Surge en la Iglesia católica, por el bautismo de una guagua. El sacramento une a los padres y padrinos en un vínculo familiar. Es parte de nuestro tejido cultural intangible. Pero, lo positivo del parentesco, se torna negativo, sobre todo en el controvertido mundo de la política, cuando es utilizado para facilitar trámites engorrosos, conseguir pega o pasar por alto multas, condenas o faltas de probidad. El compadrazgo sirve, sobre todo, cuando estamos en problemas con asuntos legales, económicos o escándalos públicos. Es pariente cercano del Amiguismo y el Nepotismo.


Quejumbrismo

Es el deporte más popular en nuestra larga y angosta faja de tierra. Nos quejamos de todo y, al hacerlo, siempre culpamos a alguien. A los que más atribuimos nuestras desgracias: al Gobierno de turno, al sistema y al calentamiento global. Las quejas más recurrentes: estoy cesante, tengo mucha pega, no tengo plata, estoy endeudado, subió la bencina, no tengo pareja, tengo pareja, el profe me tiene mala, el jefe me tiene mala, estoy estresado, no quiero más guerra, estoy chato, no soporto a mi ex, extraño a mi ex, me siento solo, quiero separarme; pucha que hace calor, por la cresta; pucha que hace frío, por la cresta…y muchas más. 

En todos estos y en otros “deportes”, sería bueno, muy bueno para todos, que no estuviéramos nunca entre los top ten, que no ganáramos ninguna medalla, copa o frutera de cristal. Que fuéramos perdedores, que estuviéramos en enésima división y que nos ubicaran al final de la lista. Eso nos haría mejores personas, nos brindaría una armoniosa convivencia y seríamos, definitivamente, más felices.

martes, 21 de diciembre de 2010

FRASES TÍPICAS DE PERIODISTAS


- Armas de grueso calibre.
- A plena luz del día.
- Aún se desconoce el monto del botín.
- Bajo altas medidas de seguridad.
- Cartas credenciales.
- Con la nota preparada por nuestro enviado especial.
- Desde el centro de la noticia.
- El acto se desarrolló con total normalidad.
- El edificio quedó reducido a escombros.
- El parque vehicular.
- En el Hospital Institucional.
- En el marco de las celebraciones.
- En un clima de tensa calma.
- En un día como hoy.
- Estamos siendo testigos de un trascendental momento.
- Finalizó hace breves minutos.
- Fue sorprendido conduciendo bajo la influencia del alcohol.
- Fuentes gubernamentales confirmaron.
- Hemos sido testigos de escenas desgarradoras.
- Imágenes inéditas.
- La noticia está en desarrollo.
- Las autoridades anunciaron medidas para dar con el paradero de los antisociales.
- Las autoridades tomarán cartas en el asunto.
- Llueve copiosamente sobre la Capital.
- Lo que comenzó como una marcha pacífica terminó en un enfrentamiento con la policía.
- Los antecedentes fueron entregados por una fuente cercana.
- Los delincuentes se enfrentaron a tiros con la policía.
- Los hechos que han conmovido a la opinión pública.
- Los manifestantes expresaron su repudio.
- Los sujetos huyeron con rumbo desconocido.
- Momentos de angustia y desesperación vivieron los familiares de las víctimas.
- Nadie se explica lo sucedido.
- No hubo víctimas fatales que lamentar.
- Nos vamos a una pausa comercial. No se vaya.
- ¿Qué siente (…al regresar al país… al recibir este premio…al haber ganado/perdido las elecciones…al dejar el cargo…al haber sido nombrado…) ?
- Se dará inicio en breves minutos.
- Se ha constituido una mesa de diálogo.
- Sus restos mortales.
- Un clásico del fútbol.
- Un confuso accidente.
- Un frente de mal tiempo.
- Un hecho sin precedentes en la historia de nuestro país.
- Un nutrido prontuario policial.
- Un renovado repertorio.
- Un voraz incendio.
- Una apretada agenda.
- Una entrevista exclusiva.
- Una fuerte suma de dinero.
- Una ola de frío polar.
- Una vez más la realidad supera a la ficción.
- Volvemos a reiterar.
- Volvemos en breves instantes.
- Este ha sido el trabajo de Claudio Cliché y Reinaldo Reiterativo, para EmeEne (Malas Noticias).

domingo, 19 de diciembre de 2010

PROVINCIANO


Cuando uno es originario de provincia y, por situaciones apremiantes como: estudio, trabajo o cambio de estado civil, “tiene” que emigrar a la Capital, en donde se concentran las Universidades, se generan empleos y la rentabilidad es más alta; sin ninguna duda, “tiene” que hacer innumerables esfuerzos para adaptarse, porque se llega a una urbe sobre poblada, despersonalizada y competitiva, con habitantes hostiles, desconfiados y abatidos.
Habiendo dejado atrás familia, amigos, clima, ambiente, léxico y costumbres; en busca de una utópica estabilidad económica, se debe comenzar desde cero en un vecindario con personas, formas de vivir y códigos desconocidos.
Sin que, necesariamente, uno sea oriundo de Chuchunco, se haya bajado de un tren con un canasto a cuestas, se sufre del “síndrome Carmela”, porque la siútica jungla urbana discrimina a los “paitas” con una serie de prejuicios, sin hacer diferencias de donde provengan. 
Y nos lo hacen notar, constantemente, con su clasismo depredador y su comportamiento agrandado, déspota y arrogante: cuando nos quieren insultar, rebajar o humillarnos, nos escupen el apelativo provinciano como sinónimo de: campesino, atrasado, rústico, sin categoría, piojento, iletrado rural, refractario al refinamiento y unos cuantos otros epítetos peyorativos.
Una ciudad chica o pueblo es un lugar tranquilo, con calles limpias, de hábitos antiguos, donde todos se conocen, se saludan, barren la vereda y se meten en la vida privada del prójimo. Las viejas chismosas son parte del perfil citadino, donde se ha institucionalizado el cahuín. El dicho popular “pueblo chico, infierno grande” tiene mucho de verdad, gracias a la lengua afilada de estas arpías materas. 
Es cierto que todo transcurre con calma, que la gente es trabajadora, no andan histéricos y que existe una mejor calidad de vida; pero, también tenemos nuestras “ñañas”: 
- Se vive pendiente del “qué dirán”, al que se le tiene tanto o más terror a que entren ladrones a la casa. 
- Todo lo que acontece es motivo de pelambre. 
- El pueblerino es envidioso, aparentador y metiche. 
- Tienen la costumbre de sapear por la ventana, escondidas entre las cortinas. 
- Están atentos a cualquier acontecimiento para comentarlo. 
- Copuchean si el vecino amplió la casa, si se compró auto o si es verdad que el marido de la cuñada de la vecina del frente, le pone los cuernos a su mujer con la hija mayor del carnicero, la que también es casada, fíjate tú. - No te puedo creer, niña, por Dios. –Te juro, oye.

En la gran ciudad nadie se conoce, nadie se saluda, pero se chusmea también, porque el pelambre es patrimonio cultural de la humanidad. 
Los capitalinos se caracterizan por andar siempre apurados, miran constantemente el reloj y corren como ganado en estampida, pero, uno no se explica por qué motivo llegan tarde a todos lados. Ningún acto público, ni siquiera de los milicos, se da inicio a la hora programada. Lo único que empieza puntual es la Santa Misa de una lúgubre, vacía y silenciosa Parroquia de la esquina.
Hay que habituarse a vivir hacinados en un diminuto departamento, lo que para uno, que está acostumbrado a una casa con ante-jardín, patio y parrón, es como la ex Penitenciaría. 
Las distancias son interminables para ir a cualquier parte, las calles cambian de nombre como en cuatro tramos, se pierde una enormidad de tiempo apretujados en la locomoción colectiva, en donde todos se atropellan y se aprende a dormir sentado. 
El almuerzo familiar no existe. Diariamente se come en restaurantes, de pie, a tarascones y en cámara rápida, como en las películas de Chaplín. 
Es tanta la prisa, que todo trámite se hace a última hora, nunca se termina una conversación y se recurre exageradamente al teléfono, todo se soluciona con el aparatito; las frases más escuchadas son: “Voy en el metro”, “Llámame” y “Te llamo”.
Con el tiempo uno se mimetiza, se introduce en la automatización cotidiana, es una gacela más del rebaño que inunda las calles y se torna hostil, desconfiando y abatido. 
Y comienza a estresarse como ellos, se convierte al consumismo, la religión oficial de las grandes capitales y aprende a odiar todo: los tacos, el ruido, la lluvia, el calor, el frío, las huelgas, la delincuencia, ir al supermercado, el smog, etc.…hasta que terminamos detestando ir a trabajar y vivimos deseando que llegue el fin de semana, los feriados y las vacaciones. 
Cuando volvemos a nuestra ciudad por unos días, la encontramos demasiado silenciosa, fome y la gente aburridísima, nos duelen los pulmones al respirar aire puro y queremos regresar lo más pronto posible a la vorágine. 
Es que, con la Metrópolis, generamos, como los enamorados con neuronas pendulares, una dependencia emocional tóxica, contradictoria y letal: cuando estoy contigo: te odio, te detesto, vete de aquí; cuando estás lejos: te amo, te necesito, te extraño.
Ser provinciano es una contingencia geográfica. Luego de vivir una considerable cantidad de años en la ruidosa selva de asfalto y muros cortina, nos damos cuenta que no somos ni de allá ni de acá. Asumimos que nunca seremos ni de allá ni de acá, porque seguimos acá… extrañando allá.