Para
transportar el mineral hasta el puerto de Tongoy, en lugar se ubica una de las
estaciones del ferrocarril (uno de los primeros de América del sur).
A
mediados del siglo XX, el pique comienza a bajar su ley y se extinguen sus
principales vetas, situación, que
desencadena una masiva migración de sus habitantes, hacia las salitreras
nortinas, dejando su emblemática estación de ferrocarriles y un gran porcentaje
de sus viviendas abandonadas.
En
el año 1918 don Arturo Villalón Sieulanne, oriundo del lugar, construye dos
tranques, que solucionan el problema de la escasez de agua en el sector, lo que
genera una reorientación laboral entre los lugareños, transformando este pueblo,
otrora minero, en un valle agrícola, que comienza a producir un sinnúmero de
hortalizas que son comercializadas, tanto en Ovalle como en el norte,
específicamente, en las Oficinas salitreras de Tarapacá y Antofagasta.
Desde
hace unas décadas, se dedican al cultivo de vides, siendo la “Viña Tamaya” la
más reconocida, especialmente, por la producción de vinos de exportación.
Aparte
de su historia minera y agrícola, sin duda, lo que le ha dado identidad a este
pueblo es la particularidad de su Cementerio, en el que las tumbas son
decoradas con réplicas, a escala, de templos católicos, lo que le da al
camposanto una estética original, creativa y pintoresca, que lo destaca
como un patrimonio característico y único de la región.
Don
Juan Lazo Tapia, panteonero y artesano local, en quien da inicio a esta
tradición en el año 1938. Luego del fallecimiento de don Juan, en el año 1981, es
su hijo Luis quien continúa con esta práctica, hasta que en la década de los
90’s, se suman otros artesanos locales y afuerinos.
Las
réplicas son construidas de cemento, cerámica, piedra o mármol, materiales
resistentes a las inclemencias del tiempo, y cuentan con detalles como puertas,
vitrales, escaleras, torres campanarios y cruces.
La
historia de este lugar, además de un sinnúmero de testimonios y fotografías, se
encuentran en el libro “Donde rezan las
almas” del autor Sergio Peña Álvarez, publicado en el año 2016.