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Rey de Socos

sábado, 20 de junio de 2009

REUNIONES DE COLEGIO


“Cumplo con informarle que el próximo viernes, a las 18:00 horas, se realizará la reunión de Padres y Apoderados .Le recuerdo que, según nuestro reglamento, la asistencia es obligatoria, y la no concurrencia a dicha sesión amerita un día de suspensión para el alumno. Es primordial destacar la importancia en la puntualidad y de no traer menores consigo, para no entorpecer el normal desarrollo de la asamblea. Atte. El Profesor Jefe.”


Con esta sucinta redacción, o algo más o menos similar, en la libreta de comunicaciones, nos llega, a los sufridos progenitores, una de las tantas, “malas noticias” de la Escuela.
La nota es recibida con exacerbada consternación; porque, para qué estamos con cosas, nadie quiere acudir, por una o varias razones, porque la experiencia nos ha dejado un sabor amargo de las mismas y ninguno se quiere repetir un plato acerbo una infinidad de veces. 
Si todos odiamos las atormentadoras reuniones de trabajo en la Oficina, o cualquier asamblea laboral, mucho menos, después de trabajar, nos vamos a meter a otra, sobre todo, si en ésa, nos van a llenar la cabeza sobre los comportamientos “no tan santos” de nuestros vástagos en clases.
Para más remate, es una noticia de pésimo gusto, que al profesor se le ocurra, precisamente ese día, cuando tenemos un partido de fútbol con lo amigos, justo cuando está de cumpleaños la Malena y habíamos prometido ir a tomarnos unos tragos a su casa y cuando tenemos un resfrío de la patada, que ya bordea la influenza humana AH1N1, incrementando con ello los cuadros estadísticos y la psicosis colectiva que ha generado la endemoniada pandemia.
No es que para ausentarnos del compromiso de la Escuela de nuestro hijo inventemos excusas verificables y legítimas coartadas, no, pero, es que, justo ese día, por la cresta.
Dentro de todo, nos queda el consuelo que al mismísimo Profesor tampoco le agrada convocar a la sacrosanta reunión, porque él también quería jugar una pichanga, está sufriendo congestión nasal alérgica y odia tratar con los Apoderados los mismos temas de siempre, además, a los Profes no les pagan horas extras. Sorry. Pero, las reuniones se deben hacer y nosotros debemos asistir.
A la gente que va allí, uno no los conoce. El único lazo que nos une es que sus hijos estudian con el nuestro y por ahí los niños son amigos, pero… ¿Nosotros? ¿Qué hacemos allí, sentados en los bancos de los cabros chicos mirándonos con sonrisas falsas y caras de yo no fui?...Pero, tenemos que estar. Como condenados a la horca, con rostros circunspectos, pero tenemos estar. El Profesor, en la comunicación, fue claro. O vienen o vienen. Punto. Tenemos que estar.
En la concurrencia, el noventa por ciento son “viudas”, porque los hombres o están trabajando o están “muy ocupados”, por lo tanto, está absolutamente asumido que los machos nunca asisten, jamás de los jamases: a las reuniones de Padres, a la Catequesis y al Mes de María.
A la hora convenida, como es su costumbre, el referido Profesor Jefe ingresa a la sala perdonando vidas. Un saludo seco, formal y con cara de “te pillé”, con la que acostumbra a intimidar a sus alumnos. Nosotros prudentes, atentos para responder presente cuando nombren a nuestro hijo.
El Profesor enumera las quejas: que los niños llegan sin las tareas, que no traen materiales para las clases, que son distraídos, desordenados, inquietos, etcétera. Que tenemos que organizarnos para el año escolar con la elección de una directiva, para luego formar el Centro General de Padres del Colegio y allí comenzamos todos acomodar el poto en la silla. ¡Por la miéchica!... ¡más reuniones!
Entre los Padres y Apoderados, están los que rechazan cualquier tipo de compromiso y los que desean ardientemente que los elijan para un cargo. 
Están los que presumen tener tanta plata que proponen una cuota de colaboración de veinte lucas mensuales y los que lloran miserias diciendo que no pueden pagar más que cinco gambas. 
Está el típico desubicado que no se saca, en toda la reunión, el celular de la oreja y la vieja cuica que no aguanta más y sale al pasillo a fumarse un puchito. 
Está la inconfundible madre aprehensiva, castradora y primeriza que, cuando le dan el informe de mala conducta de su retoño, lo defiende como si éste fuera el arcángel Gabriel. 
Salta la comadre que reclama porque su hijo llegó a la casa con piojos y la que insiste en que se le debe dar más tareas a su adorado tormento para que no esté toda la tarde pegado al televisor.
Al Profesor le emerge más humo de la cabeza que cuando está con los alumnos y trata de terminar con los desacuerdos con votación a mano alzada. ¿Se aprueba? ¡Si, mayoría gana!
Las reuniones de Padres y Apoderados, al final, son entretenidas. Se deberían llamar reuniones de Madres y Apoderadas. Ellas siempre ganan por mayoría.