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Rey de Socos

lunes, 4 de agosto de 2008

NUESTROS JUGUETES



Cada uno recuerda siempre algún juguete de su infancia. Para las niñas, el primer lugar lo ocupan las muñecas, esas que abrían y cerraban los ojos, con unas pestañazas duras, luego vienen las tacitas, la cocina, la lavadora, las pulseras, el maletín de cosméticos y un oso de peluche. Para nosotros: la pelota de fútbol, una pistola, las bolitas de vidrio, una ametralladora, el caballo de madera, el camión tolva, los soldaditos de plomo, el mono-patín, la bicicleta, la ambulancia a fricción, el tren eléctrico, el mekano, los palitroques, el trompo y un casco de bombero. Creo que nadie olvida los tiqui-taca, el emboque, el tablero chino, las damas, el dominó y tantos otros que sería largo enumerar.
Me quiero referir a los juguetes que no se compraban en una tienda ni los traía el viejo pascuero. Estos los fabricábamos nosotros mismos y tuvieron una gran significación:

RUN-RUN: Se fabricaba con un “chiche” (una tapa de bebida), los más sofisticados los hacían con una moneda; que se colocaba en la línea del tren para que éste la aplastara, dejándola lista para hacerle dos orificios en el centro, pasarle una pita, torcerla y abrir y cerrar para darle movimiento.

ULA-ULA: Con un pedazo de manguera de plástico, se le colocaba un tarugo de madera, para unir los extremos, y quedaba un círculo perfecto, que se colocaba en la cintura, la que al mover las caderas en círculo, ésta se mantenía pegada al cuerpo. Algunos expertos la hacían girar hasta en las pantorrillas.

HONDA: Se buscaba un arbusto que, entre sus ramas delgadas, tuviera una forma de Y. En los brazos se colocaban dos tiras de goma elástica de cámara de neumático. En el extremo, un trozo de cuero contenía el proyectil, por lo general, una piedra, y servía para dispararle a los tiuques, quebrar vidrios, botar latas vacías y romperle la cabeza al tonto Morales.

TARRO CON CARBURO: A un tarro de Nescafé chico, se le hacía un orificio en la parte de abajo, se le insertaba un pedazo de carburo, con un poco de saliva, éste comenzaba a producir gas, se tapaba, se le colocaba un fósforo encendido en el orificio y hacía explosión lanzando la tapa lejos con un ruido de balazo, dejando un olor irrespirable a peo podrido.

CARRO LOCO: Con unas cuantas tablas de cajón de durazno, se armaba una plataforma. Se colocaban cuatro rodamientos usados. El eje delantero era móvil, se ponía una cuerda en los extremos y nos lanzábamos guarda abajo en una calle inclinada, a veces de a tres matones juntos. En la adrenalítica bajada gritábamos como berracos y en la delirante llegada al final de la calle, nos sacábamos la cresta, terminando todos repartidos por el suelo; pero, agarrábamos el carrito de nuevo, subíamos la cuesta y nos sacábamos la cresta nuevamente.

ZANCOS DE TARROS DE DURAZNO: Se les hacían orificios en la base, se les colocaba una pita, que llegaba a la altura de las rodillas y servía para mantenerlos fijos en los pies y se caminaba perfectamente arriba de ellos, hasta se podía correr y sacarse la cresta también.

RUEDA CON GARFIO: Con un círculo metálico obtenido de alguna llanta, una rueda de bicicleta vieja, sin los rayos; se fabricaba un garfio con un alambre grueso, se le hacía una manilla y en el extremo tenía una forma redondeada que abrazaba la rueda. Se empujaba y hasta podíamos correr guiando con el alambre nuestro esquelético juguete.

Creo que todos hemos flotado en el río Limarí con una cámara de neumático inflada, balanceado en un columpio suspendido del tronco de un árbol, hemos saltado en patota con un cordel y fabricamos nuestros propios títeres. También jugamos al luche, a las visitas, a la mamá y el papá y unos cuantos otros entretenimientos (Leer JUEGOS DE NIÑOS).
Es cierto que nos rasmillamos más de una vez los codos y las rodillas, que nos ganamos un “chichón”, perdimos un diente, nos salió sangre de la nariz y nos rompimos la cabeza y más de un hueso; pero haciendo una evaluación, fuimos niños sanos y fuertes, ganando mucho psicológica, física y socialmente.
Nuestras cicatrices son tesoros de la creatividad.