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Rey de Socos

miércoles, 6 de febrero de 2008

RADIOTEATROS


Mucho antes que nos convirtiéramos en patéticos tele maníacos; nuestra entretención por las noches, era pegarnos como murciélagos a un viejo aparato de radio con tubos, generalmente de madera prolijamente barnizada, con unos tremendos botones sintonizadores blancos, para escuchar los radioteatros.
“Residencial la Pichanga”, con las divertidas intrigas del ambiente futbolístico; “Hogar dulce hogar”, con la magazinesca vida de la pensión de don Cele, y “Radiotanda”, con la genial Desideria, eran, al menos, los programas que nos permitían escuchar, porque, de “Los ofensores”, “El doctor Mortis” y “Lo que cuenta el viento”, ni hablar, ya que, luego de escucharlos, era seguro que nos hacíamos pipí en la cama o teníamos pesadillas; por lo tanto… no insista, mijito… se me va a acostar no más, el perla, mírenló…
Sin ninguna duda era una manera muy efectiva para desarrollar la imaginación, porque, cuando nos permitían escuchar los programas de ultratumba, temblábabamos con la voz pastosa del relator, la música de suspenso, el ruido de oxidadas bisagras que chirriaban cuando se abría un ataúd, el aullido de lobos hambrientos, un galope solitario y el silbido del viento en medio de la noche, todo rematado por la carcajada espeluznante del satánico protagonista, por supuesto que nos cagábamos de miedo. Nuestros padres tenían razón, luego no podíamos dormir, porque nos imaginábamos que en la cama nos estarían esperando los monstruos y esperpentos que salían de la radio.
Para llenar las tardes, estaban las radionovelas, (una de las clásicas fue “Simplemente María”), que provocaban lagrimones y siempre eran el comentario en el negocio de la esquina. No había persona en el barrio que no estuviera enterada de lo que estaba sucediendo, día a día, con la bendita novela., cuyos libretos no variaban, porque, entre los personajes siempre había: una atribulada madre soltera que sufría lo indecible con patrones explotadores, que había sido vilmente engañada por un patán, tampoco faltaba un hijo perdido, una bataclana incorregible, una ciega o inválida, que chantajeaba emocionalmente a todos los personajes aprovechándose de su condición y también la “mala”, odiada por todos y que siempre terminaba mal. 
Los ricos siempre se peleaban por la fortuna de la familia, deseando, ansiosos, la muerte de la matriarca, para saber pronto quienes serían los herederos. 
Los pobres vivían en hospitales sufriendo enfermedades incurables y otros en la cárcel pagando culpas de otros, tardando todos los capítulos en demostrar su inocencia. Jueces y Policías corruptos, monjas metiches, domésticas abnegadas, patrones vividores y romances no aceptados fueron siempre parte de estos melodramas mezclados con el refrescante ingrediente del humor; algo que no ha cambiado mucho en las telenovelas actuales, cuyos libretos continúan en un mundo bipolar, con personajes buenos y malos, ricos y pobres, y con desenlaces predecibles: los malos pierden, los buenos ganan y triunfa el amor.
“Llega radiotanda, si Señor, llega la audición, el buen humor, todo el que la escucha, si Señor, ríe a carcajadas, oh, oh, oh …”…algo más o menos así, era el gingle con que se iniciaban las transmisiones diarias del popular programa que tenía como protagonista a la Desideria, la recordada actriz Anita González, una comediante como ninguna, con la genialidad de salirse, muchas veces, del libreto de manera natural, adecuada e hilarante, con la talla justa, en el momento preciso. Eran chistes frescos, de humor blanco que encantaba a todos.
La radio nos sumía en la intimidad casera, en un mundo puertas adentro, nos hacía interactuar como familia, tal como cuando rodeábamos un bracero en los tiempos de invierno, buscando calor mirándonos las caras, oliendo el aroma a eucalipto y, de vez en cuando, a azúcar quemada, que mi abuela le tiraba a las brasas, para espantar los malos espíritus, decía.
Es oportuno recordar, homenajear y agradecer a tantos actores que nos hicieron reír, llorar, asustarnos y darnos temas de conversación por muchos años: Anita González, Sergio Silva, Eduardo de Calixto, Jorge Romero “Firulete”, Arturo Moya Grau y tantos otros, que con geniales interpretaciones de personajes que dejaron grabados en nuestra memoria: La Desideria, Don Celedonio, El Pollito, El Tereso(zaz), el Gabito Serena, el Indio Malo, la Pelá, La Ronca, el Chaguito Morning y cada uno se recordará de los otros para completar su propia lista.


Eran otros tiempos.

2 comentarios:

EL A.B.C DEL TEATRO dijo...

hola,siempre es bueno saber de su terruño.es algo como necesario saber
y tambien volver a su lugar de origen.ahi,donde la madre tierra te vio nacer ,donde distes tus primeros pasos,una realidad tan bien marcada
por la madre naturaleza.felicitaciones por el contenido del texto,relamente impresionante,muy buen contenido,gracias
atte
tomas

DIAGUITA dijo...

HOLA TOMÁS:
Gracias por tu comentario. Espero que tengas muchas visitas en tu blog.
Un abrazo
Memo