...

...
Rey de Socos

miércoles, 1 de enero de 2014

REUNIÓN DE EX ALUMNOS

Organizar reuniones de CONDISCÍPULOS (no utilizo el término compañeros, para que los momios derechistas cavernarios, que aún sobreviven, no me cataloguen de roto upeliento) de estudios primarios, secundarios o terciarios, se puso de moda hace algunas décadas. 
La idea es juntarse, luego de algunos años, con el objetivo de rememorar tiempos del “Jurassic Park”.
Hay compadres que han egresado del Colegio o Universidad y no se han visto nunca con sus CAMARADAS (insisto, no me rotulen de bolchevique por usar este sinónimo). 
Algunos se cruzaron por ahí, fortuitamente, en circunstancias puntuales: el desfile de las Cantineras solteronas de la Guerra del Pacífico, una marcha en apoyo a la ley del té verde (el que no toma, pierde) o en el estreno de “Avatar” 3D; pero, el asunto no llegó más allá de un: “-Hola, ¿Cómo estai? –Bien, ¿y tú? -Bien, poh…”. 
Esta carencia de feelings, es generada por diversos motivos: estudio y/o trabajo lejos de la ciudad de origen de los susodichos, ascenso o descenso de nivel socioeconómico, estado civil (soltero letal, gay asumido, casado resignado, conviviente urgido, divorciado vulnerable o viudo en búsqueda), exilio por prescripción militar o autoexilio en el extranjero, situación de relegado en una isla perdida, cumplimiento de condena en una cárcel nacional o foránea, defunción natural, misteriosa o trágica, pero, la razón fundamental es que estos tipos vivieron su etapa estudiantil en permanente estado de matonaje: se odiaron, descalificaron y envidiaron con tanta furia, que no les quedaron ganas de verse por el resto de sus días (en todo caso, ningún gobierno, democrático ni autoritario, ni la santa madre Iglesia, dictaron jamás una ley, bando o mandamiento, que obligara a un ciudadano común, silvestre y penitente, a terminar siendo amigo de cuanto huevón haya compartido su misma sala de clases).
Otros personajes más decentes, en cambio, (aunque nunca la totalidad del curso) cimentaron, alimentan y mantienen un vínculo, que los congrega con frecuencia o esporádicamente: se llaman y visitan, intercambian memes y minas piluchas por Facebook, se saludan en los cumpleaños, se juntan, juegan una pichanguita, luego comen, chupan y canturrean, se fotografían abrazados, cocidos y sonrientes, luciendo dignas calvicies y prominentes poncheras, o sea, lograron ser buenos AMIGOS. Pero, son los menos.
Asistir a una reunión de ex alumnos es una travesía lánguida por estaciones pretéritas, donde se reviven anécdotas hilarantes, traumas existenciales y se develan misterios. 
Uno ingresa al local, con su nombre en la solapa y con cara de “no sé qué hago aquí”, después de tantos años sin ver a la gallada. 
Es necesario un paneo para, entre cabellos grises, calvas lustrosas y barbas crecidas, reconocer a alguien. De repente, se te acerca un obeso mórbido, con anteojos poto de botella, que te abraza: - ¡Boquita! jajaja -¿Guatón Egaña? – Si poh, el mismo, apenas entraste, te caché al tiro, no has cambiado nada tú, ah?, los años no te achicaron el hocico, jajaja…- Ah, si, jajaja…guena la talla…guatón culiao.
La mayoría viste como político en campaña electoral: traje y zapatos lúgubres, camisa blanca y corbata chillona. Los que padecen el síndrome de Dorian Gray metrosexualizado, lucen cuerpos tallados a punta de gimnasio, la guata como una puerta, con look a lo Don Johnson, de “Miami Vice”, bronceados como vienesa a la parrilla y lentes oscuros hollywoodenses.
Al comenzar a interactuar, uno se da cuenta que ninguno quiere ser loser, la mayoría se ufana de un exitismo exacerbado. Hay exceso de apariencia, falsedad y ostentación: a todos les ha ido la raja, nadie ha fracasado en lo personal ni le han pegado una PLR en la pega, ninguno está en Dicom, ni ha sido demandado por violencia intrafamiliar ni ha estado preso, ni siquiera, por transgredir la ley de Murphy.
Los arribistas no se sacan de la oreja el último modelo cuernofónico, “twitean” como aturdidos y  presumen de todo: Audi del año, parcela de agrado, casa en la playa, perro pituco, que van de vacaciones afuera y que los calzoncillos Calvin Klein se los compran en la Vía Véneto, en Roma.
Cuando la conversación se amplía, comienzan a circular los chismes candentes: el porro del curso es ahora Diputado; el mijito rico terminó hecho mierda: guatón, pelado, sin dientes y sin mina; el que se perfilaba como delincuente (ese que copiaba en las pruebas) es Inspector PDI; el deportista bueno pa’la pelota fue jugador en segunda división y el alcoholismo genético de cuarta generación le cercenó sus aspiraciones de ser vendido al Real Madrid.
Luego de la cena, con discursos latosos, aplausos por compromiso y sonrisas falsas, salimos, con los yuntas, a la terraza, a fumar y beber el último copete. Intercambiamos teléfonos, mails y decimos a coro: -¿Por qué cresta no nos juntamos antes?  Me quedo con esta postal: cuatro cuarentones, con el común denominador de haber compartido una sala de clases, en una relajada conversación sin apariencias ni falsedades ni ostentaciones. Por ellos, valió la pena asistir. 
Si me invitan a una próxima reunión, no voy ni amarrado. Guatón Egaña, ándate a la CTM!

No hay comentarios: