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Rey de Socos

jueves, 7 de junio de 2007

AMISTAD

A propósito de la buena onda de los encuentros de ex compañeros de Escuela: haciendo zapping, encontré, en el cable, una curiosa nota magazinesca: un curso completo de niñas regias de un Colegio pituco, prometieron, el día de su graduación, encontrarse, una vez al año, en un determinado hotel, hasta que todas murieran. Cuento corto, cumplían cincuenta años de reunirse, por tal motivo, una periodista, entrevistando a una linda y agradable abuela, le pregunta: 
- Cuénteme: ¿Cómo ha sido esta experiencia?: “Ay mijita, ha sido maravilloso, hemos sido muy buenas amigas, todos estos años vinimos, casi todas, cuando alguna faltaba, al año siguiente aparecía, pero siempre quisimos venir y no perdernos, un fin de semana al año, la oportunidad de estar juntas. En el camino algunas fallecieron, pero siempre, las que fuimos quedando, seguimos manteniendo este vínculo. 
- ¿De qué se habla en estos encuentros, se puede saber?: Al principio, en nuestras reuniones, la conversación giraba en torno a los hombres, luego al pasar los años hablamos de maridos, de hijos, de divorcios, de nietos y ahora, cuando todas pasamos lo barrera de los setenta, sólo hablamos de los remedios que tomamos”.
El resumen que hizo, con una sonrisa encantadora, la bien conservada septogenaria, es, ni más ni menos, un himno a la amistad, junto a un paralelo de la vida misma. Estas mujeres compartieron una escuela, un banco, pero, luego del colegio, continuaron conllevando la existencia: penas, dolores, angustias, pérdidas y, por supuesto, dichas, esos momentos álgidos que todos merecemos. Aprendieron que una pena compartida es media pena y que una alegría participada se multiplica. No se perdieron. El tiempo juntas las marcó para siempre.
Según Carl Rogers, el proceso de convertirse en persona comienza en la célula fundamental de la sociedad que es la familia y, cuando llega el momento de socializar, continúa en la calle, con los vecinos, los compañeros de escuela, de Universidad, en el trabajo y muchos otros seres humanos que comienzan a formar parte de nuestra vida. 

Nadie tiene vocación de Robinson Crusoe. 
Siempre buscamos compartir con personas que tienen nuestros mismos intereses: deportes, labor social, religión, manifestaciones artísticas, aficiones, en fin, la lista es larga…, o, cuando nos toca crecer en un mismo barrio, es allí cuando aparecen estos personajes que se llaman AMIGOS: esas personas con las que no tenemos vínculos sanguíneos, sino que las elegimos y nos eligen. De allí surge la amistad y nos damos cuenta que los incorporamos a nuestra cotidianeidad y que no podemos continuar por la vida sin ellos.
Los estudios superiores, el servicio militar, el matrimonio, el trabajo de los padres o el propio, y muchas otras razones, nos alejan de ellos, pero, como canta Domenico Modugno: “La distancia… ¿sabes?, es como el viento: apaga el fuego pequeño, pero enciende aquellos grandes”; por eso es que, a pesar de las separaciones físicas, el sentimiento se mantiene o muere, dependiendo de la profundidad con que lo hayamos construido. 

Allí surgen las cartas, las llamadas telefónicas, los saludos de cumpleaños, fiestas de fin de año y de un cuanto hay. La idea es mantenernos en contacto, como sea; porque, sencillamente: los queremos y nos quieren.
No se puede vivir sin amistad. Por eso, a cada lugar que llegamos, nos hacemos de nuevos amigos y así sucesivamente, porque los necesitamos y nos necesitan.
Las ancianas nos demostraron que la amistad no fue una promesa hecha al aire, la hicieron vida y siguieron juntas en el camino que la existencia les deparó a cada una. 

Lo que se mantuvo allí fue una relación, algo que nace, se conserva y termina con la participación de un cincuenta por ciento de ambas partes. 
Se dice que se puede contar con una mano a los verdaderos amigos y sobran los dedos; el dicho tiene algo de razón. Seamos amigos, seamos hermanos.

“Un amigo fiel es refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro”
“A loyal friend is a powerful defense: whoever finds one has indeed found a treasure”
“L’amico fedele é solido rifugio, chi lo trova, trova un tesoro”
Eclo 6,14

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